De la biografía a la historia del centro-derecha vasco
Pretendemos empezar a suplir la carencia de una historia sistemática y global del centro-derecha vasco mediante el acopio de una serie de 64 biografías de personalidades pertenecientes a este sector de la política vasca, cuyas vidas transcurren entre el origen del fuerismo liberal, en los años treinta del siglo XIX, hasta el inicio de la Transición política a la muerte de Franco, en 1975. Estimamos que la elección de estas figuras de la política vasca resulta el primer paso para lo que en el futuro constituirá el relato de la historia del centro-derecha vasco en su historia. De ese modo pretendemos visualizar la presencia de un sector que durante toda la última etapa de nuestra historia, la del reinado de Juan Carlos I concluido en 2014, ha quedado casi ninguneado por la sociedad y por sus elementos más influyentes en la cultura y en la universidad.
En efecto, si hay un sector de la política vasca cuyo estudio histórico esté particularmente desatendido durante todo el periodo reciente –que va desde el inicio de la llamada Transición, tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1978 y el acceso al trono de Juan Carlos I y que terminaría en el acceso al trono por parte del hijo de este, Felipe VI, el 19 de junio de 2014– ese es el del centro-derecha vasco.
Este hecho, que resultaría por sí solo, en circunstancias normales, carente de toda justificación, en cambio, en nuestro contexto histórico y político encuentra, por amplias capas de la población y en todos sus estratos sociales y culturales, sólidos argumentos para aparecer como perfectamente comprensible. Sin pretender la exhaustividad en el análisis, ni dar por hecho un orden de prelación, ni presentar como relacionados o concatenados unos hechos con otros, vamos a plantear aquí un par de motivos principales que podrían explicar ese abandono e incluso estigmatización del centro-derecha vasco y de su historia.
El terrorismo de ETA, especialmente dirigido hacia todo lo que representara el régimen franquista, encontró en el centro-derecha vasco un blanco perfecto para sus ataques. Al centro-derecha vasco se le presentó como heredero directo del franquismo. Y sin negar que en una parte importante de sus efectivos así lo fue, lo que resultó a todas luces abusivo consistió en pretender que el franquismo y el centro-derecha vasco eran una misma cosa a la muerte de Franco. Se ignoró, para ello, la existencia de diferentes familias políticas –enfrentadas incluso–, en el interior del régimen (falangistas, tradicionalistas, monárquicos, tecnócratas) y, sobre todo, se pasó por alto el hecho sustancial de que la Guerra Civil y la posguerra no fue un resultado del enfrentamiento entre España y Euskadi sino de un conflicto interno también al País Vasco, ya que Álava (con Navarra) se sumó desde el primer momento y masivamente al golpe de Estado contra la Segunda República, mientras que Vizcaya, y en menor medida Guipúzcoa, se mantuvieron fieles a la misma, con graves disensiones internas que provocaron represión de la disidencia al régimen republicano que quedó tras la sublevación militar, en forma de encarcelamientos y ejecuciones.
Tanto el nacionalismo como el socialismo vascos –herederos de quienes conformaron mayoritariamente el primer gobierno vasco de la historia durante apenas nueve meses, entre octubre de 1936 y la caída de Bilbao en junio de 1937– recién salidos de la clandestinidad a la muerte de Franco, protagonizaron desde el primer momento el inicio de la Transición y se hicieron con las riendas de las instituciones democráticas surgidas entonces (Consejo General Vasco, Diputaciones Forales, Ayuntamientos). El interés de estas dos fuerzas políticas fue evidente desde ese momento y hasta ahora: erigirse en representantes centrales del nuevo régimen democrático y considerar al centro-derecha vasco al margen de dicha centralidad, haciéndole pagar el haber sido el principal beneficiado del anterior régimen dictatorial.
Es importante señalar que siendo el socialismo vasco objetivo también de los ataques del terrorismo de ETA, esta condición nunca le ha llevado a dudar de la preferencia en sus alianzas por el PNV y no por el PP vasco. Y la prueba la tuvimos con ocasión del primer gobierno socialista vasco de la historia, entre 2009 y 2012, en el que Patxi Lopez pudo ser lehendakari gracias al apoyo parlamentario del PP vasco de Basagoiti. Pues bien, ni siquiera esa circunstancia ha impedido que el PSE se replantee su histórica querencia por el PNV, hasta el punto de que para el socialismo vasco resulta mucho más cómoda –y aceptable para sus bases y cuadros dirigentes– una relación subordinada con el PNV que no una en la que aparezca como protagonista gracias al PP vasco.
Todos estos factores tienen como consecuencia el desarrollo de sinergias que calan en la vida cotidiana, en la sociedad en general y por supuesto también en la cultura y en la educación. Y en este sentido, el ámbito universitario no ha podido ser, ni mucho menos, ajeno a esta situación. De hecho, la confluencia de esfuerzos intelectuales, provenientes de sectores tanto nacionalistas como de la izquierda en general y del socialismo en particular, ha dominado con diferencia en la universidad vasca respecto de cualquier otra improbable manifestación proveniente de sectores político-culturales distintos a esos protagonistas. La consecuencia de ello es que tanto el estudio de los nacionalismos vascos como el de las izquierdas vascas ha tenido una preferencia muchísimo mayor que los escasos intentos que se hayan podido dedicar al estudio del centro-derecha vasco. Sin necesidad de referirnos a la amplia bibliografía existente en nuestras fechas tanto sobre la historia del nacionalismo como del socialismo vascos, baste un botón de muestra que da idea del abandono en el que ha quedado el estudio del centro-derecha en los diferentes departamentos de la universidad vasca: un libro que pretende ser una síntesis de la historia del País Vasco, realizado desde la investigación universitaria más solvente, como es Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX, coordinado por Santiago de Pablo y José Luis de la Granja (Madrid, Biblioteca Nueva, 2002), y que ya va por su segunda edición, cuenta con estudios específicos para todos los sectores políticos vascos, incluido el carlista, pero llamativamente no para la derecha liberal, sin cuya evolución hacia el autoritarismo en los años veinte y treinta del siglo XX no se entienden la mayor parte de los acontecimientos políticos posteriores. Y en absoluto cabe pensar que esta ausencia haya sido intencionada por parte de sus coordinadores: es mucho más sencillo, y seguro que también más acertado, pensar que lo que en realidad ocurrió es que no encontraron un especialista o un estado de la investigación en ese ámbito con un nivel similar al del resto de colaboradores.
Pedro Jose Chacón Delgado.
Introducción Teórica y Metodológica
16. FEDERICO VICTORIA DE LECEA
17. CLAUDIO ANTÓN DE LUZURIAGA
20. JOSÉ MANUEL AGUIRRE MIRAMÓN
40. ESTANISLAO JAIME DE LABAYRU
52. FERNANDO DE LA QUADRA SALCEDO